domingo, 30 de diciembre de 2012

El vacío que dejó


Apresurado y nervioso, como el sonido de la pluma tachando errores sobre el amarillento papel.
El vino barato sigue en su copa, desabrido, pero seguía teniendo esos efectos del alcohol que a él le hacían "olvidar", aunque realmente recordase, lo usaba como excusa para justificar su adicción y sus torpes pasos.
Inefable el dolor que sentía, tanto que ni escribir, ni el pincel sobre el lienzo servían para expresar el llanto interior que intentaba sacar de sí.
Frustrado, arrodillado a los pies del escritorio,rompiendo bruscamente el papel.Nada era útil.

Entonces...tempestad.

Truenos,lluvia que desliza por sus mejillas y cae en la moqueta, viento que azota su respiración y la acelera.Le cubre su cabeza la noche, esta vez sin luna, sin estrellas, sin ella.
La tormenta no cesa en su interior, se mantiene dañina y a medida que pasan los segundos se manifiesta con mayor intensidad.
Inefable el dolor,consecuencia de no tenerla ahí.
Inefable el dolor de haberla perdido.
Inefable el dolor de ser demasiado tarde para recuperarla.