Perdóname por haber caído de nuevo en tu mirada, pero sobre todo, por mantener la sonrisa al hacerlo.Por sólo conocer tu nombre y ya sentir, sin motivo existente,que esa sonrisa que me regalabas era mía.
Perdóname por permitir que te acercaras, en ningún momento creí que fueses fuego, pues yo era hielo y me derretía con cada paso que acortaba la distancia entre nosotros.
Perdóname por las palabras que salían de mi boca atropellándose entre sí, las que repetía una y otra vez porque nunca llegabas a entenderlas.Por mirarte a los ojos y sentirme intimidada por el azul cielo que brillaba en ellos;y por bajar la cabeza apretándome los nudillos con los dedos,buscando en ellos algo de equilibrio.
Perdóname por haberte tenido entre y bajo mis sábanas, por haber recorrido cada esquina de tu piel y haber besado cada lunar tatuado en ella.Por haberle jurado al mismo sol de esa tarde de junio, y a la misma luna de la noche de agosto, que te quería, y no solo para compartir cama.
Pero por encima de todas mis disculpas, lo siento.Lo siento por haber creído que el fuego nunca terminaría por deshacer el hielo, porque sin duda, me equivoqué.
