lunes, 25 de julio de 2011

Petite fille

Marzo pasaba mientras ella estaba apoyada en el mirador.A su alrededor las cuatro macetas descoloridas,los arboles,los insectos,la luz del medio día llenándolo todo.



Y ella,mirando al mundo por encima de los tejados,viendo lo mal que iba.


El cielo le sonreía con nubes esponjosas y le innundaba de nostalgia,sus ojos se llenaban de lágrimas al darse cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo.
En su mano un cigarrillo al que odié muchas veces, detestaba que fumase, las dos sabiamos que eso restaba años y minutos juntas, pero lo ignoraba, no lo dejaría jamás.
Yo la observaba detrás del muro,en la penumbra,sintiendo el frío ya de la distancia y anticipándome a los días.
Intentaba no hacer mucho ruido para que no se molestara, no quería que supiese que estaba allí, sabia que le daba verguenza que le vieran sin su enorme sonrisa que le caracterizaba. 


Me desesperé por retener ese minuto, clavándomelo en la memoria y así nunca pudiese olvidarlo.


Automáticamente me vinieron a la cabeza imágenes de todos nuestros momentos juntas, cada lágrima que me secó, cada regaño, cada mirada cómplice y cada sonrisa que me dedicaba.
Recordé sus ojos,de un color miel tan dulce como su mirada, sus arrugas y sus pocos dientes.Era lo más tierno que había visto.Una imagen cambiada y desmejorada por los años, un cuerpo que le impedía realizar todo lo que ella quería, pero un alma de niña y un corazón tan grande que le restaba muchos años.

Cuando era pequeña me decían que qué queria ser de mayor y yo siempre le señalaba: quería y quiero ser tan grande como ella, tan querida por mis nietos como le quiero yo. 

Me pregunto si te das cuenta de tu grandeza. Si te has dado cuenta de  todo lo que me has apoyado y ayudado.
Me pregunto si algún dia podré agradecerte todo lo que has hecho por mí, si podré llegar hasta donde quiero y que te sientas orgullosa de ello.
Me pregunto si sabes realmente todo lo que significas en mi vida,  que eres la persona que más quiero en este insólito mundo.
Y ahí estás tú, otra vez.Mirándome desorbitada en mis pensamientos mientras te cae una lágrima por la mejilla y me la contagias a mí. Hablándome con tus ojos y el fuego que hay en ellos. Intentando explicarme el significado de la vida y de todo lo demás.


Por mis venas corre sangre tuya, de eso estoy más que orgullosa, porque sé que gracias a ello quizás me pueda parecer un poco a tí.